Pese a que odiase su condición con todo su ser, Rosalie no podía negar que desde que se había transformado los colores eran más intensos, los olores más penetrantes y los sonidos más ricos y variados en su tonalidad. Pese a ello, odiaba ser un vampiro.
Desearía estar muerta. Porque era más fácil morir que convivir con los recuerdos, aunque sea a
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